Estado de conservación de los agaves mezcaleros en Oaxaca

Destapando el horno con papalomé ya cocido en Teozacoalco, Nochixtlán, Oax. Foto: Felipe Palma

Por Felipe de Jesús Palma Cruz y Claudia López Sánchez Tecnológico Nacional de México/Instituto Tecnológico de Oaxaca felipepalmacruz@gmail.com / La jornada del Campo 183

En Oaxaca, la recolección de los agaves mezcaleros silvestres se sigue practicando de forma cotidiana, principalmente en bosques de encino-pino, selvas bajas caducifolias y matorrales xerófilos, en poco más del 80% del territorio estatal. En el último lustro, este proceso se ha incrementado desproporcionalmente dada la creciente demanda de los destilados que utilizan estas especies. Como consecuencia, las poblaciones naturales en donde se realiza actualmente la recolección, tienen diferentes grados de afectación, que van desde la eliminación total de las plantas en edad reproductiva, hasta algunas extinciones locales. Y solo en casos muy excepcionales, sobre todo en comunidades campesinas con fuertes raíces originarias, se ha iniciado el proceso de reproducción en vivero y cultivo de los agaves mezcaleros silvestres más apreciados.

En el rubro de las especies silvestres que se recolectan para la producción mezcalera, la situación ha ubicado localmente en riesgo a las ocho especies mayormente demandadas para este fin: tobalá (Agave potatorum), biliaá (A. seemanniana), papalomé (A. nuusaviorum), tepestate (A. marmorata), maguey jabalí (A. angustiarum, A. convallis, A. ghiesbreghtii, y A. kerchovei). En el caso de los tres primeros, su presencia en los montes es cada vez más escasa porque debido a su apariencia muy semejante y su parentesco, se les recolecta demasiado y no se permite su reproducción natural; esta sobreexplotación se debe a que son utilizados para elaborar el prestigiado mezcal de tobalá (en la región zapoteca) o mezcal de papalomé (en la mixteca). Lo mismo ocurre con las cuatro últimas que también se les confunde entre sí y son las que se emplean para fabricar el recientemente afamado mezcal de jabalí. De estos ocho agaves, ninguno se reconoce en el anexo de la NOM 059 SEMARNAT 2010, a pesar de que ya se encuentran seriamente amenazados; en 2019 todos ellos aparecen en la Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN. Cuatro de ellos se ubican en la categoría Vulnerable (VU) y cuatro en la categoría de Preocupación menor (LC). Sin embargo, para todas se considera que están siendo fuertemente recolectados y que cada vez podemos encontrar menos plantas, y solo Agave ghiesbreghtii guarda un estado de conservación considerado estable, aunque han pasado ya cuatro años de esta información

Estas ocho especies de Agave, tienen como común denominador el que la principal forma de reproducción es por semilla, lo cual hace más difícil y tardado su cultivo intensivo. Por si fuera poco, algunos de estos agaves han dejado de ser protegidos y preservados por los pueblos, puesto que ya no son utilizados para marcar linderos entre terrenos como antaño y su reproducción se ve últimamente relegada a su distribución original en los matorrales xerófilos, mismos que son cada vez más afectados por el crecimiento de la frontera agropecuaria y los incendios. También, la voracidad provocada por el crecimiento exponencial de la producción mezcalera oaxaqueña, ha incitado que se corten para su utilización, especies que no son agaves, como el maguey pescadillo (Furcraea longaeva) e inclusive parientes silvestres de las piñas como maguey bravo (Hechtia sp.), aumentando la lista de especies que se pueden poner en grave peligro.

Piñas de papalomé, listas para hornearse en Río Las Palmas, Coixtlahuaca, Oax. Foto: Felipe Palma

Las regiones en las que se concentra la actividad magueyero-mezcalera de Oaxaca comprenden gran parte del territorio de los Valles Centrales, de la Sierra Sur, y más recientemente la Mixteca, considerando también que los mezcales con características sensoriales preferidas por un gran grupo de consumidores, provienen de los distritos de Sola de Vega y Nochixtlán. Aunque los distritos que producen la mayor cantidad comercial de mezcal, siguen siendo Tlacolula, Yautepec, Ocotlán y Ejutla, en donde la materia prima en su mayoría corresponde a plantas cultivadas, y las especies silvestres utilizadas para la producción de la bebida destilada, aún se recolectan en los ecosistemas circundantes a las poblaciones productoras de mezcal, y el impacto a los bosques de pino-encino y a las selvas secas es el más drástico, lo cual perjudica fuertemente la existencia del recurso magueyero silvestre.

En las últimas décadas, se han incorporado, o tan solo se ha reconocido que muchos distritos distintos a los referidos en la “región del mezcal”, tienen una gran producción del destilado, que muchas de las veces quedan fuera del registro oficial. Sobresalen distritos como Coixtlahuaca, Etla, Huajuapan, Mixe, Pochutla, Tehuantepec, Teotitlán, Teposcolula, y Villa Alta, solo por mencionar a los más destacados por su volumen de producción.

En el rubro de clas especies silvestres que se recolectan para la producción mezcalera, la situación ha ubicado localmente en riesgo a las ocho especies mayormente demandadas para este fin: tobalá (Agave potatorum), biliaá (A. seemanniana), papalomé (A. nuusaviorum), tepestate (A. marmorata), maguey jabalí (A. angustiarum, A. convallis, A. ghiesbreghtii, y A. kerchovei).

Y aunque la actividad mezcalera de Oaxaca tiene su propia dinámica, no se encuentra exenta de los procesos productivos globalizados y el número de marcas registradas crece exponencialmente; se calcula que existen actualmente cerca de tres mil de ellas, lo cual está íntimamente relacionado con el crecimiento también desmedido de envasadores, no solo en el territorio estatal, sino incluso en otras entidades del país. Y es evidente también que en Oaxaca se han establecido casas productoras de mezcal ajenas a la tradición oaxaqueña y con sistemas productivos que inducen a un uso desmedido de recursos naturales. Por ello la producción de Agave para la fabricación de mezcal viene sufriendo un marcado proceso de industrialización que ha propiciado que la mayor proporción del cultivo sea casi exclusivamente de Agave angustifolia (el maguey espadín), propagado asexualmente, lo que reduce su vitalidad y herencia genética y lo hace cada vez más susceptible a plagas y enfermedades. Por si fuera poco, y dado que la demanda de destilados con mejores cualidades sensoriales requiere de materia prima distinta de la cultivada, paralelamente se ha intensificado la extracción desmedida de agaves silvestres de los bosques, selvas secas y matorrales en donde se desarrollan naturalmente, sin que hasta el momento la normatividad existente o la denominación de origen, o cualquier otro mecanismo legal, regulen en verdad el fenómeno que puede conducir a la actividad mezcalera tradicional en Oaxaca a su extinción. Lo único que podemos contribuir como sociedad consumidora de la bebida destilada, es impulsar el verdadero reconocimiento de los mezcales elaborados con materia prima producida u obtenida mediante estrategias amigables con los agaves y con el ambiente.

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