Grandes partes de la selva Amazónica tal vez nunca se recuperen, según un importante estudio

Franjas de selva tropical han llegado a un punto de inflexión, concluyen investigaciones realizadas por científicos y organizaciones indígenas

Smoke rises from an illegally lit fire in a rainforest reserve south of Novo Progresso in Pará state, Brazil.
El humo se eleva de un fuego encendido ilegalmente en una reserva de selva tropical al sur de Novo Progresso en el estado de Pará, Brasil.  Fotografía: Carl de Souza/AFP/Getty Images

Por Andrew Downie/The Guardian  5 Sep 2022 14.30 BST 

La destrucción ambiental en partes de la Amazonía es tan completa que franjas de la selva tropical han alcanzado un punto de inflexión y es posible que nunca puedan recuperarse, según descubrió un importante estudio realizado por científicos y organizaciones indígenas.

“El punto de inflexión no es un escenario futuro sino una etapa ya presente en algunas zonas de la región”, concluye el informe. “Brasil y Bolivia concentran el 90% de toda la deforestación y degradación combinadas. Como resultado, la sabanización ya se está produciendo en ambos países”.

Los Científicos de la Red Amazónica de Información Socioambiental Georreferenciada (RAISG) trabajaron con la Coordinadora de Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica (COICA) para producir el estudio La Amazonia Contra el Reloj, uno de los más grandes hasta el momento, que abarca las nueve naciones que contienen partes de la Amazonía.

El estudio encontrió que solo dos de los nueve, la pequeña Surinam y la Guayana Francesa, tienen al menos la mitad de sus bosques perfectamente intactos. En otros países, hay entre un 26% y un 43% de los bosques perfectamente intactos, mientras que entre un 2% y un 25% de la selva tropical se ha perdido, con degradación de algunos de los bosques remanentes.

Las organizaciones indígenas amazónicas que representan a 511 naciones y aliados piden un pacto global para la protección permanente del 80% de la Amazonía para 2025.

El objetivo del 80 % es un gran desafío dado que solo queda el 74 % del bosque original. Se necesita una acción urgente no solo para proteger el bosque que aún está en pie, sino también para restaurar la tierra degradada y volver a ese nivel del 80%.

“Es difícil pero factible”, dijo Alicia Guzmán, la científica ecuatoriana que coordinó el informe. “Todo depende de la participación de las comunidades indígenas y las personas que viven en el bosque. Eso y la deuda”.

Guzmán dijo que otorgar a los grupos indígenas la administración de más tierras, y lo que es más importante, brindarles protección estatal y eliminar las lagunas legales que permiten la entrada de industrias extractivas, era la forma más segura de garantizar la preservación.

Casi la mitad de la Amazonía ha sido designada como área protegida o territorio indígena, y solo el 14% de toda la deforestación ocurre allí. Actualmente, alrededor de 100 millones de hectáreas de tierras indígenas están en disputa o en espera del reconocimiento formal del gobierno.

“Tener a los indígenas en el proceso de toma de decisiones significa que contamos con el conocimiento de quienes más saben sobre el bosque”, dijo Guzmán. “Y necesitan presupuestos”.

También necesitan que sus tierras estén protegidas de los acaparadores de tierras y las industrias extractivas.

La minería es una de las amenazas crecientes, pues las áreas protegidas y las tierras indígenas están entre las áreas más codiciadas por los buscadores de minerales. Gran parte de la minería es clandestina e ilegal, pero alrededor de la mitad en áreas protegidas se realiza de manera legal, y los científicos pidieron a los gobiernos que rechacen o revoquen los permisos de minería.

El petróleo es otra amenaza, particularmente en Ecuador, de donde sale el 89% de todo el crudo exportado de esa región.

Los bloques petroleros cubren el 9,4 % de la superficie amazónica y el 43 % de ellos se encuentran en áreas protegidas y tierras indígenas. Más de la mitad de la Amazonía ecuatoriana está designada como bloque petrolero, según el informe, y las porciones en Perú (31%), Bolivia (29%) y Colombia (28%) también son preocupantes.

Pero la agricultura es una mayor preocupación. La agricultura es responsable del 84% de la deforestación y la cantidad de tierra dedicada a la agricultura se ha triplicado desde 1985, según el informe. Brasil es uno de los principales exportadores de alimentos del mundo, con soya, carne de res y granos que alimentan a gran parte del mundo y generan miles de millones de dólares cada año.

Una recomendación clave del estudio es que se dé una mayor colaboración entre los gobiernos regionales, las instituciones financieras internacionales y las firmas de capital privado que tienen gran parte de la deuda de las naciones amazónicas.

América Latina es la región más endeudada del mundo en desarrollo y cancelar esa deuda a cambio de compromisos de preservación sería significativo.

“Tienen frente a ellos una oportunidad única para condonar la deuda existente a cambio de compromisos para poner fin a la extracción industrial y promover protecciones en áreas prioritarias clave, territorios indígenas y áreas protegidas”, dice el informe.

Entre las otras 13 “soluciones” propuestas en el informe están: una suspensión completa de nuevos permisos para criar ganado y del financiamiento a la minería, el petróleo, la ganadería, las grandes represas, la tala y otras actividades similares; mayor transparencia y rendición de cuentas a lo largo de las cadenas de suministro; la restauración de tierras deforestadas; nuevos modelos de gobernanza que permitan una mayor representación y reconocimiento de los pueblos originarios.

Aunque la tarea es enorme, hay motivos para el optimismo y particularmente en Brasil, donde el presidente, Jair Bolsonaro, se enfrenta al exmandatario Luiz Inácio Lula da Silva en unas tensas elecciones el 2 de octubre.

Lula lidera las encuestas. Durante su tiempo en el poder en la década de 2000, la deforestación se redujo en más del 80 %.

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