“Urgen incentivos significativos”: comunidades mexicanas piden que se les compense por conservar los bosques que dan agua a las ciudades



Las empresas forestales comunitarias en la región noroeste de Durango trabajan con un enfoque de paisaje, que busca conciliar el aprovechamiento de madera con la conservación del bosque. Foto: Cortesía UCDFI Topia, S.C.

por Rodrigo Soberanes / Mongabay 11 de marzo de 2022

  • En Durango, ejidos y comunidades que hacen manejo forestal piden que se compense la labor que hacen para cuidar los bosques que abastecen de agua a siete regiones hidrológicas y diecinueve cuencas del país.
  • En Michoacán, comunidades forestales buscan la creación de un Mecanismo Comunitario para el Pago de los Servicios Ambientales.

En las montañas de Durango, al norte de México, es posible encontrar grandes extensiones de territorio ocupado por bosques templados. Ahí también hay decenas de comunidades que, desde hace poco más de cuarenta años, hicieron del manejo forestal sostenible parte de sus historia.


Esas comunidades silvicultoras, pioneras en México en el aprovechamiento forestal, tienen en los bosques una de sus principales fuentes de ingreso y por eso, además de producir madera, realizan toda una serie de trabajos para conservar sus terrenos habitados por pinos y encinos: construyen brechas corta fuegos para evitar que un incendio se propague, cuidan que los árboles no presenten plagas y reforestan aquellas zonas donde es necesario.

Con toda esa labor, las comunidades forestales garantizan la permanencia de los servicios ambientales que proporcionan los bosques, entre ellos, el abasto de agua en toda la cuenca de la que también dependen varias ciudades e importantes zonas agrícolas. ¿Qué reciben a cambio? Habitantes de estas zonas forestales aseguran que no lo suficiente.

Bosques de Durango en donde se realiza manejo forestal comunitario desde hace cuatro décadas.
Foto: Cortesía UCDFI Topia, S.C.

 

“Es lo que buscamos. Que [ciudades y empresas] volteen a ver a sus comunidades forestales cercanas para que las apoyen y sigan produciendo agua”, dice la ingeniera forestal Chea Soto, asesora de la Unidad de Conservación y Desarrollo Forestal Integral Topia, una de las empresas forestales comunitarias que surgieron a partir de la Unión de Ejidos y Comunidades Forestales General Emiliano Zapata, organización fundada hace casi 45 años y que agrupa a poco más de 70 ejidos y comunidades que hacen manejo forestal en Durango.

Las comunidades forestales de Durango no son las únicas que han decidido buscar una compensación por la labor que hacen para que otros puedan tener y disfrutar del agua.

En Michoacán, comunidades y organizaciones forestales, localizadas dentro y en los alrededores de la Reserva de la Biosfera Mariposa Monarca, también buscan que se les reconozca y compense por la contribución que hacen sus bosques en la producción de agua que se consume en el centro del país, en especial en el Área Metropolitana del Valle de México.

Manejo forestal comunitario en Durango. Foto: Cortesía UCDFI Topia, S.C.

Compensar a las comunidades forestales que cuidan los bosques en donde se produce el agua no es algo nuevo en México. En el estado de Veracruz, por ejemplo, se encuentra el Ejido Agua de Los Pescados. Los ejidatarios de esta comunidad, ubicada en las inmediaciones del Parque Nacional Cofre de Perote, hacen manejo sustentable de 599 hectáreas de bosque. Desde 2007, reciben un pago por servicios ambientales por conservar los manantiales donde nace un porcentaje considerable del agua que consumen los habitantes de la ciudad de Xalapa.

Cuidar los lugares de recarga de agua

Durango tiene una superficie boscosa de 10.5 millones de hectáreas. En los últimos 45 años, ejidos y comunidades que habitan la zona serrana lograron desarrollar exitosas empresas comunitarias dedicadas al aprovechamiento forestal. Y una muestra de ello es que el estado ocupa el primer lugar en la producción de madera.

Además, en Durango se encuentra 47 % de la superficie forestal certificada en el país bajo estándares internacionales del Forest Stewardship Council (FSC), los cuales garantizan que se aprovecha la madera, pero sin dañar el bosque.

Desde 1976, ejidos y comunidades de Durango administran de manera sustentable sus bosques. Foto: Cortesía UCDFI Topia, S.C.

Varios ejidos y comunidades forestales que se encuentran en Durango también han logrado impulsar y consolidar empresas comunitarias dedicadas a la transformación de la madera, al cultivo de plantas medicinales, a la venta de artesanías o al ecoturismo.

Estas comunidades forestales de Durango ahora buscan que otros sectores, como las empresas productoras de alimentos, reconozcan el trabajo que hacen para conservar los bosques y los servicios ambientales que proveen estos ecosistemas, entre ellos, la producción del agua.

Son cuatro décadas de trabajo de las comunidades, lo que permite colocar a la sierra de Durango como un lugar en donde están las “condiciones idóneas para cosechar agua”, resaltan los integrantes de la Unidad de Conservación y Desarrollo Forestal Integral Topia, empresa comunitaria que otorga asistencia técnica a 46 ejidos y comunidades que realizan manejo forestal, la mayoría de ellos ubicados en municipios como Nuevo Ideal, Topia, Canelas y Tamazula, los cuales forman parte de la cuenca del río Nazas.

Una brigada de combate contra incendios recorre el bosque. Foto: Cortesía UCDFI Topia, S.C.

Es en esos bosques, ubicados entre los 2300 y 2700 metros sobre el nivel del mar, donde se encuentran los manantiales que abastecen de agua a siete regiones hidrológicas y diecinueve cuencas del país, de acuerdo con la información de los ingenieros forestales que integran la Unidad de Conservación y Desarrollo Forestal Topia.

José Rojas, director regional del Comité de Desarrollo Económico de Durango (CODEDUR) y enlace de la Unidad de Conservación y Desarrollo Forestal Integral Topia, resalta que de esa zona forestal depende el agua que llega a ciudades como Durango y Culiacán, ubicada en el vecino estado de Sinaloa, así como a importantes regiones agrícolas, entre ellas la Comarca Lagunera, donde se encuentra la zona lechera más importante del país.

Sequías que obligan a la acción 

Hace tres años, cuando se vivía una sequía intensa en el norte de México, los integrantes de la Unidad de Conservación y Desarrollo Forestal Topia fueron contactados por una empresa de alimentos, después de que sus campos de hortalizas se quedaron sin agua.

Al conocer el trabajo que realizan las comunidades que hacen aprovechamiento forestal en Durango, la compañía de alimentos decidió poner en marcha un convenio pionero en la región, a través del cual se entregan fondos a los ejidos y comunidades para que se inviertan en los trabajos de manejo forestal.

El tratamiento de residuos para aprovechamiento forestal es parte del cuidado a los bosques. Foto: Cortesía UCDFI Topia, S.C.

A partir de esa experiencia, la Unidad de Conservación y Desarrollo Forestal Topia está en conversaciones con la Comisión Nacional de Agua (Conagua) para impulsar un proyecto que permita apoyar a comunidades forestales, además de hacer obras que faciliten la recarga de los mantos freáticos. “Durango es gran productor de agua, pero se va a la producción agrícola de otros estados”, remarca José Rojas.

Invertir en bosques para tener agua 

En el centro del país, comunidades forestales del estado de Michoacán también buscan que se reconozcan las acciones que realizan para conservar los bosques donde, de acuerdo con datos de la propia Conagua, se extrae el 17 % del agua que abastece al Valle de México, a través del Sistema Cutzamala.

El Cutzamala es una obra hidráulica, considerada entre las más grandes del mundo, que se integra por tres presas de almacenamiento (la Presa del Bosque, la de Valle de Bravo y la Villa Victoria), cuatro presas derivadoras, seis estaciones de bombeo y una planta potabilizadora.

Bosques comunitarios de Durango, donde se realiza manejo forestal.
Foto: Cortesía Ejido Potrero de Chaidez.

En febrero pasado, durante una reunión con integrantes de la Comisión de Cambio Climático de la Cámara de Diputados, Jaime Díaz Vázquez, representante de la Asociación de Silvicultores Quetzalpapalotl, recordó que por décadas la región de la Reserva de la Biosfera Mariposa Monarca ha hecho posible el almacenamiento de agua en la Presa del Bosque, en el municipio de Zitácuaro, Michoacán, sin que se tenga una retribución por este servicio ambiental estratégico.

Para revertir esa situación, la Asociación de Silvicultores Quetzalpapalotl, la Alianza de Ejidos y Comunidades de la Reserva de la Mariposa Monarca, la Asociación Pueblos del Agua y la Red Mexicana de Organizaciones Campesinas Forestales (Red MOCAF) impulsan la creación de un Mecanismo Comunitario para el Pago de los Servicios Ambientales del Bosque, que tenga aportaciones de los gobiernos federal, de la Ciudad de México y del Estado de México.

En la misma reunión con los diputados, Gustavo Sánchez, presidente de la Red MOCAF, recordó que los bosques que se encuentran dentro de la zona núcleo de la Reserva de la Biosfera Mariposa Monarca enfrentan restricciones para hacer aprovechamiento sustentable por estar dentro de un área natural protegida.

Los bosques en donde hiberna la Monarca están bajo la presión que implica la expansión del cultivo de aguacate. Foto: Cortesía WWF-México

“Eso no evita que se encuentren sujetos a una fuerte presión por el cambio de uso de suelo hacia actividades más rentables, además de la presión de los aprovechamientos irregulares”, comentó Sánchez.

Para el presidente de la Red MOCAF, en varias regiones del país —como la zona de Michoacán y Estado de México— “urgen incentivos realmente significativos” para que se puedan conservar los bosques, hogar de muchas comunidades, pero también ecosistemas que sostienen la vida de las ciudades y zonas agrícolas.

Gustavo Sánchez resalta que, ya sea en Durango, en el centro de México o en otras partes del país, reconocer y compensar el trabajo que hacen las comunidades forestales para conservar los bosques es un tema de “justicia social”.


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